lunes, octubre 23, 2006

LSD, Albert Hofmann

En la posibilidad de apoyar con una sustancia la meditación dirigida a la experiencia mística de una realidad, a la vez más elevada y más profunda, veo la verdadera importancia del LSD. Una aplicación de este cariz se corresponde por completo con la naturaleza y el tipo de acción del LSD como droga sagrada.

Imaginen a muchos hombres que sin notarlo, caminan sobre llaves, tantas llaves que no se ve el suelo. Sólo una de ellas sirve para eliminar la frontera entre el yo y la materia. Sólo un hombre es capaz de encontrar esa llave. El epígrafe de este libro (de Louis Pasteur) dice: En los campos de observación el azar no favorece más que a las mentes preparadas. Hofmann fue esa mente preparada. Descubrió el LSD tal como un chamán explorando la selva, hace miles de años, descubrió las propiedades mágicas de un hongo. En nuestra civilización occidental, sólo un hombre dedicado a la ciencia, podía recuperar el enteógeno perdido, ése que utilizó la cultura griega (base de nuestra civilización) en los misterios eleusinos, hasta que el cristianismo lo prohibió. Sin embargo, este hallazgo trajo consigo consecuencias adversas. Tal como un cuchillo puede salvar a alguien, en manos de un doctor, o quitarle la vida, en manos de un criminal, el LSD reveló dos caras. Su uso excedió muy pronto las investigaciones médicas, para ser utilizado como estimulante. Este uso irreflexivo produjo muy pronto graves incidentes (suicidios, accidentes, crímenes). El LSD, como el resto de las drogas sagradas mexicanas, (el peyotl, el teonanacatl, y el ololiuqui, con las que el LSD guarda un estrechísimo parentesco químico-espiritual y de modo de acción) puede utilizarse como enteógeno (revelador de la divinidad interna) o como estupefaciente (etimológicamente, que hace estúpido). Hofmann desde un comienzo se sintió responsable por el peligro que implicaba jugar con una sustancia que afecta el centro espiritual de la personalidad.
Hace algunos meses fui, con dos amigos, al santuario de la naturaleza, para realizar una sesión con LSD. Nos preparamos con días de anticipación. Llevábamos antídotos (leche y naranjas) por si era necesario cortar un mal viaje. No fueron necesarios. Mientras comenzaba el efecto estuvimos juntos, riéndonos de cualquier cosa, pero cuando el efecto terminó por destruir el tiempo, cada uno fue a caminar solo. Entonces comenzó el viaje, hacia adentro y hacia afuera, disipando el ego que minutos antes nos condujo hacia la conversación. Las palabras son un filtro demasiado grueso que impide sumergirse en ese estado preverbal. A veces recordaba sensaciones que no había tenido desde la infancia. Comprendí relaciones mitólogicas que me envolvían. Fui capaz de ver cómo se formaban las delgadas nubes que a veces cruzaban el cielo. Y cómo las plantas se alimentaban.
En este libro Hofmann nos entrega diversos relatos de viajes en LSD de grandes personalidades de la época, incluyendo su primera experiencia, inesperada y con temor por el desenlace incierto. Viajes con distintos enteógenos, junto a Gordon Wasson y María Sabina (la cual estimó que las píldoras de psilocibina sintetizadas por Hofmann llevaban el espíritu de teonanacatl). Viajes de iluminación mística; de vacío y angustias asfixiantes; viajes descritos por poetas, psicólogos, pintores, escritores, filósofos, hippies.
Hofmann expone estas experiencias, quizás para decirnos, que sólo en las mentes preparadas, el LSD posibilita una experiencia que crece hasta el sentimiento de que el yo y la creación conforman una unidad.

LSD, la historia del LSD, Albert Hofmann, Gedisa, 227 pp.

3 comentarios:

  1. No cabe ninguna duda que las experiencias con LSD son comparables con ninguna cosa.
    Puedes sentir el agua, el viento, como nunca antes. Ver pintarse las estrellas. Conocerte nuevos miedos. Y sentir que muchas de las cosas cotidianas no valen para tanto.

    ResponderBorrar
  2. La verdad es que es increíble lo que se siente y con esto no pretendo convencer a nadie, pero como un sabio dijo "saber no es comprender" y con el LSD comprendí cosas que ya sabia, como por ejemplo que todo está enlazado, el karma... es imposible explicar cómo pero lo entiendes, así como también descubres que el tiempo es un simple invento de la humanidad y es completamente relativo y todo eso sin hablar de las risas y las ilusiones de los sentidos.
    En mi caso realicé un viaje muy bonito y salí con una experiencia muy enriquecedora ya que me lo quise tomar así.
    A decir verdad siempre había rechazado este tipo de drogas quizás por ignorancia pero ahora debo rendirme a la evidencia.

    ResponderBorrar
  3. gracias a los
    hongos y al lsd por tanta felisisdad

    ResponderBorrar